Son varios los factores que están propiciando que el sector inmobiliario en Latinoamérica esté transformándose en poco tiempo. Se trata de cambios en las tendencias internacionales, que están modificando la fisionomía del mercado, así como de movimientos poblacionales y socio-económicos que provocan una transformación en cuanto a los compradores y sus preferencias.
Resulta evidente el avance de la verticalización de las ciudades en toda la región. Los paisajes planos de las ciudades se han venido transformando a lo largo de la última década de forma acelerada. Si ciudades como Panamá, México o Bogotá son pioneras en la construcción de edificios en altura, casi todas las urbes de la zona han venido siguiendo sus pasos. Los skylines de Monterrey, Guatemala o San José han variado de forma muy significativa en apenas unos años y no precisamente de forma tímida. Edificios de más de 20 alturas se abren paso entre un mar de casas de uno o dos pisos.
El primer motivador de esta transformación ha venido de parte del encarecimiento de las propiedades en áreas clave de las ciudades. Encontrar oficina o casa en determinados lugares bien comunicados y con buenos servicios, resulta imposible por la carestía de los inmuebles. Para realizar inversiones rentables en estas zonas se hace imprescindible obtener el máximo aprovechamiento de la tierra. La construcción en altura es la respuesta.
Muchas ciudades han venido propiciando este desarrollo vertical ofreciendo usos de suelo y ventajas acordes con los nuevos tiempos: alta densidad, altura casi ilimitada, beneficios de tipo fiscal, etc. Estos incentivos al desarrollo ayudan a la revitalización de las ciudades, algunas de las cuales se han venido repoblando o reconvertido en centros comerciales abiertos y áreas de negocios integradas.
Además, el desarrollo vertical en los centros urbanos tiene un impacto ambiental mucho menor que el generado por la planeación suburbana o el urbanismo basado en comunidades alejadas del centro. El consumo de tierra de los suburbios residenciales o de supuestos usos mixtos, así como la necesidad de desarrollar infraestructuras remotas, hacen de este tipo de desarrollos los más ineficientes desde el puntos de vista ambiental.
Sin embargo, el factor más importante es ese renovado interés de las personas por retornar al centro de las ciudades. Las ciudades cuentan en sus núcleos centrales con los servicios y las infraestructuras necesarias para el desenvolvimiento de la vida en todas sus dimensiones: residencia, trabajo, comercio y entretenimiento.
De igual modo, una nueva generación de compradores ha irrumpido con fuerza en el mercado inmobiliario. Se trata de los millennials o nativos digitales, los cuales apuestan también por este modelo urbano, frente a la preferencia suburbana de sus antecesores de la Generación X. Esta nueva oleada de compradores, comienza a ser el segmento más importante dentro de los clientes de primera vivienda.
Así, en esta época estamos contemplando el paulatino cambio en las tendencias del desarrollo inmobiliario. Si en la década pasada el nuevo urbanismo apostó por la generación de grandes proyectos de usos mixtos, en esta lo que estamos comprobando es que son las ciudades y los edificios en altura, los que están ganando protagonismo. Con ellos todo un cambio en la forma de entender los proyectos: integración con el entorno, amenidades diferenciadas y unidades de menor tamaño pero mejor diseñadas, son algunos de los componentes de los desarrollos que más éxito tienen en la región.
Publicado en la revista Forbes Centroamérica.